miércoles, 7 de octubre de 2015

Esther Miranda (Pacasmayo, 1995)

Poeta Lunada

Estudia Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Cajamarca. Participante en el Espacio de Promoción Artística y Literaria: Salón Cultural Cajamarca (Lápiz y Papel).

Descripción personal: “Empecé redactando mitos, leyendas, costumbres, describiendo aves de Pacasmayo, hasta poemas, alejados del sentimiento adolescente, y aferrados al amor de mi primer hermano que me dejó su legado”.


ZAPATILLAS DE AGUA

Es noche de lluvia, ¡saltemos entre charcos!
Viajemos por el lodo de un oscuro hoyo.
No prometo conversarte, que para eso soy mala,
Pero sí pagar el precio que enrede nuestra calma.

Perdámonos a la sombra del brillo doce,
Rocémonos las manos, a ver quién muere de goce.
Átame estos pasadores cuyo lazo son tus dedos,
De estas zapatillas de agua, que se hunden en tu pecho.
Seca el lago de un respiro,
Marca las horas para vernos,
Pisa fuerte en este piso,
Que por corrernos, tus palabras viso.

No me encuentro en un desierto,
Pero la sed de tus mares siento.
Las nostalgias son olvido,
¿Y, los llantos?
-Por hoy, no han existido.-


Temo el alto, temo al miedo.
Fuerzo memorias para inventarme historias.
Tengo en unos cinco, los ataques para verte,
Debo a unos miles, los años por quererte.
En una calle, de poca luz,
En una ciudad, apareciste tú;
Entre unos espejos, como portales.
Ahora llevo lo reprimido en un par de costales.

Hoy llovió, hay arcoíris.
No es un acto cívico,
Pero lo juramento oficialmente en nombre de los Guiris,
Como el mejor cuadro que cargará un corazón chiri.


Entre un arco y otro, están nuestros nombres,
Con la única nota que más nos gusta,
Al centro de esa carretera aparece una sombra,
Atardece.
Anochece.
Ya es de madrugada.
Como a las cinco de la mañana,
Entre gradas estoy descalza.
Pasa que sólo soñé perdida,
Ser feliz en medio de la plaza.
Escucho ruidos, tengo hambre.
Para variar, te dio un calambre.
Pero, ¡Oh, sorpresa¡
No te habías ido,
Sólo pinté mis deseos en un sueño de 8 minutos,
Sólo tuve fe, en que si llovía, a mi lado seguirías.

¡Vámonos!
Ya no hay charcos, ya no cae lluvia,
Átame estos pasadores,
Y carga con mis zapatillas.
Llévame a casa entre brazos, que me duelen las rodillas.

Ya desperté,
Contigo,
Sin lodo.
¡Pero igual quiero correr!
Porque ya despierta, tengo esos lazos,
Porque ya inmortalicé esos colores,
Ya tengo en mi memoria,
El arco de nuestros amores.


Publicado en Lápiz y Papel (Salón Cultural Cajamarca)

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